Una vez que ya tenemos retazos de lo que nos deparará el futuro, ahora es el momento de crecer como persona en todos los niveles.
Para hacerlo es necesario e imprescindible ser conscientes de los porqués de cada situación emocional, y el camino correcto para solucionarlos.
Aquí el objetivo no es rendirse o plegarse antes los diferentes desafíos que nos plantea la vida.
Y sin darnos cuenta todo los que nos suceda, será lo correcto.
Y si en nuestro anterior yo, no le parecería lo perfecto. En nuestro Nuevo yo, le parecerá bien, y si algo nos parece bueno, es que lo es. En el fondo todo es una cuestión de percepción.
Aquí vamos a conseguir “VIBRAR” en la frecuencia adecuada para YA EN NUESTRO PRESENTE, PODER CAMBIAR LAS COSAS, en el siguiente punto del Método Bénturi, VEREMOS COMO HACERLO DE UNA MANERA PRÁCTICA
Antes de empezar, en relación a todos los niveles o estados de crecimiento personal, destacaríamos que en todos ellos hay una palabra común.
Esa palabra sería “PODER», no el entendido de una manera intuitiva, como la capacidad de subyugar al otro.
Este “PODER” es muy diferente, es el que nos permite tomar decisiones, la ausencia de este, determina en muchos casos ese nivel en el que nos encontramos.
Vamos a ello Explorador@s!!
Una persona que se siente víctima es alguien que percibe que ha sido tratada injustamente, ha sido perjudicada o ha sufrido algún daño por las acciones de otros o por circunstancias fuera de su control. Este sentimiento puede ser resultado de experiencias pasadas, eventos traumáticos o situaciones actuales. Las personas que se sienten víctimas a menudo pueden experimentar emociones como tristeza, enojo, impotencia y desesperanza.
Entonces buscamos una salida, y esta es proporcionada por el miedo, que nos obliga a abandonar este estado.
El sentirse víctima puede tener varias manifestaciones y consecuencias:
Percepción de injusticia: La persona siente que ha sido objeto de un trato injusto o de una situación adversa que no merecía.
Responsabilización externa: Tienden a atribuir la causa de sus problemas y dificultades a factores externos, como otras personas, la sociedad o la mala suerte, en lugar de considerar su propia responsabilidad o capacidad de acción.
Sentimiento de impotencia: Pueden sentirse incapaces de cambiar su situación o de superar los obstáculos que enfrentan.
Baja autoestima: Este sentimiento puede afectar negativamente su autoestima y su confianza en sí mismos.
Búsqueda de apoyo: A menudo buscan simpatía, apoyo o validación de otras personas para reafirmar su percepción de haber sido victimizadas.
Resentimiento y enojo: Pueden albergar sentimientos de resentimiento o enojo hacia aquellos a quienes consideran responsables de su situación.
Este se caracteriza por una ausencia casi total de Poder, no tenemos capacidad para cambiar nuestra realidad…
En el estado victima el sentimiento primario que sentimos, es el Miedo. Sigue siendo un estado con muy poco “poder”
El miedo, aunque a menudo es visto de manera negativa, cumple una función importante en nuestra vida diaria al ayudarnos a evitar el peligro y a adaptarnos a nuestro entorno. Sin embargo, cuando el miedo se vuelve excesivo o irracional, puede interferir con nuestra calidad de vida y es posible que se necesite intervención profesional para gestionarlo.
Este miedo constante, nos lleva a tomar consciencia de buscar algo más, para encajar con los demás y sobre todo obtener “premios”, normalmente aspiracionales, que muchas veces se identifican con lo material.
Decirnos a nosotros mismos, “si consigo eso, habré ganado”. Dando lugar al siguiente escalón. El Deseo
El miedo es una emoción humana básica que tiene varias causas y funciones. A continuación, se explican algunas de las razones por las que una persona puede sentir miedo:
Protección y Supervivencia: El miedo es una respuesta natural que ha evolucionado para protegernos de peligros. Esta respuesta, conocida como «lucha o huida», es crucial para nuestra supervivencia.
Experiencias Pasadas: Las experiencias traumáticas o negativas del pasado pueden generar miedo en situaciones similares futuras.
Condicionamiento Social y Cultural: La sociedad y la cultura también influyen en nuestros miedos.
Desconocido e Incertidumbre: El miedo a lo desconocido es común porque los seres humanos buscan seguridad y previsibilidad. Situaciones nuevas o inciertas pueden causar ansiedad y miedo debido a la falta de control o conocimiento sobre lo que podría suceder.
Factores Biológicos y Genéticos: Algunas personas pueden ser más propensas al miedo debido a su biología o genética. Los desequilibrios en ciertos neurotransmisores en el cerebro, como la serotonina y la dopamina, pueden influir en la propensión a sentir miedo o ansiedad.
Instinto de Conservación: En ciertas situaciones, el miedo puede surgir instintivamente como una forma de preservar la vida. Por ejemplo, el miedo a las alturas puede prevenir caídas accidentales, y el miedo a los animales peligrosos puede evitar encuentros potencialmente mortales.
Llegamos a este escalón porque queremos algo mejor. Abajo lo detallamos. Tiene muchos problemas, a todos los niveles, ya que al estar basado en la consecución de algo normalmente externo, a nosotros lleva a una constante insatisfacción.
Siempre queremos más, y esto nos llevará a la IRA.
El deseo, una fuerza poderosa que impulsa muchas de nuestras acciones y decisiones, puede tener varios inconvenientes dependiendo del contexto en el que se manifieste.
A continuación, se detallan algunos de estos inconvenientes:
Insatisfacción constante: El deseo puede generar una sensación de insatisfacción continua, ya que una vez que se cumple un deseo, a menudo surge otro, creando un ciclo interminable de anhelos. Esto puede impedir que una persona disfrute del momento presente y de lo que ya tiene.
Estrés y ansiedad: Los deseos no cumplidos o la presión por cumplir ciertos deseos pueden causar estrés y ansiedad. La preocupación constante por alcanzar metas o poseer objetos puede afectar la salud mental y emocional.
Conflictos personales y sociales: Los deseos pueden llevar a conflictos con otros si estos deseos implican la competencia por recursos limitados, la atención de seres queridos, o la búsqueda de objetivos incompatibles con los de otros.
Comportamientos impulsivos: El deseo intenso puede llevar a decisiones impulsivas y acciones apresuradas que no son bien consideradas. Esto puede resultar en consecuencias negativas a largo plazo, como problemas financieros, relaciones dañadas o pérdida de oportunidades.
Adicciones y comportamientos compulsivos: Algunos deseos pueden transformarse en adicciones o comportamientos compulsivos. Esto incluye el deseo de sustancias, como drogas o alcohol, o comportamientos como el juego, las compras compulsivas, o el uso excesivo de tecnología.
Insatisfacción y comparación social: Los deseos a menudo están influenciados por lo que otras personas tienen o parecen tener. Compararse constantemente con los demás puede llevar a la envidia y a la desvalorización personal, minando la autoestima y la satisfacción con la vida propia.
Desperdicio de recursos: En la búsqueda de satisfacer deseos, se pueden malgastar recursos, como tiempo y dinero, en cosas que no son realmente necesarias o que no aportan un valor duradero. Esto puede llevar a una vida menos sostenible y a problemas económicos.
Ética y moralidad: Algunos deseos pueden entrar en conflicto con valores éticos y morales. Buscar satisfacer deseos a costa de los demás, o a través de medios poco éticos, puede causar daño y repercusiones negativas tanto para el individuo como para la sociedad en general.
Dependencia externa: La dependencia de factores externos para la satisfacción de deseos puede limitar la capacidad de encontrar la felicidad y la realización dentro de uno mismo. Esto puede llevar a una vida menos autónoma y más vulnerable a las circunstancias externas.
Degradación de relaciones: El deseo de satisfacer necesidades personales puede poner en riesgo relaciones importantes si no se equilibran adecuadamente con el cuidado y la consideración de los deseos y necesidades de los demás.
Estos inconvenientes subrayan la importancia de gestionar y equilibrar los deseos de manera saludable, buscando un equilibrio entre la ambición y la satisfacción personal. La práctica de la gratitud, la atención plena y el establecimiento de prioridades puede ayudar a mitigar los efectos negativos del deseo.
Esos deseos insatisfechos nos llevan a un estado de ira y/o frustración, ya que nos creemos merecedores de una vida mejor, ya que somos especiales a nuestros ojos… Lo cual nos hace buscar algo fuera que nos haga mejores, una vida con ciertos privilegios, cambiando la culpa por El APRENDIZAJE.
La ira y la frustración son emociones comunes que todos experimentamos en diferentes momentos de nuestras vidas. Ambas son respuestas emocionales a situaciones que percibimos como injustas, amenazantes, o que están fuera de nuestro control. A continuación, se ofrece una descripción más detallada de cada una de estas emociones, sus causas comunes y algunas estrategias para manejarlas.
Descripción: La ira es una emoción intensa que se caracteriza por un fuerte sentimiento de enojo, irritación o furia. Es una respuesta natural cuando sentimos que hemos sido maltratados o que nuestros límites han sido violados.
Causas Comunes:
Consecuencias:
Estrategias de Manejo:
Descripción: La frustración es una emoción que surge cuando encontramos obstáculos repetidos en el camino hacia una meta o cuando no logramos satisfacer nuestras necesidades o deseos. Se acompaña de un sentimiento de impotencia o desesperanza.
Causas Comunes:
Consecuencias:
Estrategias de Manejo:
La ira y la frustración a menudo están relacionadas. La frustración prolongada puede llevar a la ira, especialmente si sentimos que no estamos progresando hacia nuestras metas o si los obstáculos parecen insuperables. Es importante reconocer ambas emociones y abordarlas de manera constructiva para evitar que afecten negativamente nuestra salud y nuestras relaciones.
Estrategias Comunes para Ambas Emociones
Entender y manejar la ira y la frustración es crucial para el bienestar emocional y la salud mental. Con las estrategias adecuadas, es posible transformar estas emociones en oportunidades para el crecimiento personal y la mejora de las relaciones.
Después de esos sentimientos de ira y frustración, generados fundamentalmente por no haber conseguido esos objetivos fruto del deseo, podemos tomar dos caminos: el de culpar a los otros, al entorno o a multitud de factores externos; o responsabilizarnos y entender que lo que ha pasado solo fue una manera de aprender. Entonces, todo se vuelve una oportunidad y cada paso que avancemos en esa dirección aumentará nuestra autoestima. Dará paso al ORGULLO.
«Aprender» y «culpar» son dos enfoques opuestos ante los desafíos y errores en la vida. Aquí se exploran sus diferencias y cómo pueden afectar el desarrollo personal y profesional.
Definición:
Adquirir conocimientos o habilidades a través de la experiencia, el estudio o la enseñanza.
Enfoque:
Crecimiento: Buscar entender las causas de los errores y aprender de ellos para mejorar en el futuro.
Responsabilidad: Asumir la responsabilidad por las acciones propias y buscar soluciones.
Positividad: Mantener una actitud positiva y abierta al cambio y la mejora continua.
Ejemplos:
En el trabajo: Después de un proyecto fallido, analizar qué no funcionó y ajustar la estrategia para la próxima vez.
En la vida personal: Tras una discusión con un amigo, reflexionar sobre el propio comportamiento y trabajar en la comunicación.
Definición:
Atribuir la responsabilidad de una falla o problema a otra persona o circunstancia.
Enfoque:
Evasión: Evitar la responsabilidad personal y enfocarse en lo que otros hicieron mal.
Negatividad: Centrarse en lo negativo, lo que puede llevar a resentimiento y estancamiento.
Estancamiento: No aprender de los errores, lo que puede resultar en repetir los mismos problemas.
Ejemplos:
En el trabajo: Tras un proyecto fallido, culpar al equipo o a las circunstancias sin evaluar el propio rol en el resultado.
En la vida personal: Culpar a otros por problemas en las relaciones sin considerar la propia contribución al conflicto.
Responsabilidad Personal:
Aprender: Fomenta la autoconciencia y la mejora continua.
Culpar: Inhibe el crecimiento personal y profesional.
Cultura Organizacional:
Aprender: Promueve una cultura de innovación y adaptación.
Culpar: Crea un ambiente tóxico y defensivo.
Relaciones Interpersonales:
Aprender: Mejora la empatía y la comunicación.
Culpar: Genera conflictos y desconfianza.
Manejo del Estrés:
Aprender: Ayuda a manejar el estrés de manera constructiva.
Culpar: Aumenta el estrés y la insatisfacción.
Conclusión
Optar por aprender en lugar de culpar lleva a un desarrollo más positivo y productivo en todas las áreas de la vida. Al enfrentar los desafíos con una mentalidad de aprendizaje, no solo se mejora la capacidad de manejar futuras situaciones, sino que también se contribuye a un entorno más saludable y colaborativo.
Una vez que entendiendo que todo es aprendizaje, como decíamos, nuestra autoestima aumenta. Pero tiene una pequeña trampa, la de creer que nuestro Orgullo creciente está hecho para “ganar”, siempre en contraposición con el otro, solo pudiendo salir de esta paradoja a través de “LA HUMILDAD”.
A continuación, se presentan sus definiciones, características y los efectos que pueden tener en nuestras vidas:
El orgullo y la humildad son dos características opuestas que influyen en el comportamiento y la percepción de uno mismo y de los demás.
Definición: El orgullo es un sentimiento de satisfacción y estima hacia uno mismo o hacia los logros, habilidades y cualidades propias. Puede ser positivo (orgullo sano) o negativo (arrogancia).
Características del orgullo positivo (sano):
Características del orgullo negativo (arrogancia):
Efectos del orgullo negativo:
Definición: La humildad es la cualidad de ser consciente de las propias limitaciones y tener una actitud de modestia y respeto hacia los demás.
Características de la humildad:
Reconocimiento de limitaciones: Aceptar que no se sabe todo y estar dispuesto a aprender.
Valoración de los demás: Apreciar y respetar las contribuciones y cualidades de otras personas.
Empatía: Ser capaz de ponerse en el lugar de los demás y mostrar compasión y comprensión.
Efectos de la humildad:
Relaciones saludables: Fomenta relaciones basadas en el respeto mutuo y la colaboración.
Crecimiento personal: Facilita el aprendizaje continuo y la mejora personal.
Conexión con los demás: Promueve un sentido de comunidad y conexión genuina con los demás.
Orgullo sano vs. humildad:
Ambos pueden coexistir en una persona equilibrada. El orgullo sano y la humildad no se excluyen mutuamente, sino que se complementan.
El orgullo sano permite a una persona reconocer y celebrar sus logros sin menospreciar a los demás.
La humildad asegura que una persona siga siendo abierta y receptiva al aprendizaje y a las experiencias de los demás.
Orgullo negativo vs. humildad:
El orgullo negativo y la humildad están en conflicto directo. La arrogancia puede socavar las relaciones y el crecimiento personal.
La humildad puede contrarrestar los efectos negativos del orgullo, promoviendo una actitud más equilibrada y saludable hacia uno mismo y los demás.
Conclusión
El equilibrio entre el orgullo sano y la humildad es esencial para el bienestar personal y las relaciones interpersonales. Reconocer nuestros logros con orgullo, mientras mantenemos una actitud humilde y abierta, nos permite crecer y conectarnos de manera más profunda y significativa con los demás.
Por medio de la humildad pasamos del estado del miedo al del amor, guiándonos al mundo del VALOR. Es decir, ya nos sentimos capaces sin abusar de nuestras capacidades o conocimientos.
Cuando empezamos a pensar en los demás, en qué puedo aportarles, empezaremos a producir con mucho más valor.
Y sin saber cómo empezaremos a estar más abiertos a recibir alegría y felicidad. Y entonces pasaremos al siguiente nivel: ”EL DESAPEGO”.
El valor personal es un concepto que abarca la autoestima, la autovaloración y la autoeficacia de una persona. Se refiere a la percepción que una persona tiene sobre su propio valor y sus capacidades, y cómo esta percepción afecta su comportamiento, decisiones y relaciones con los demás.
Aquí hay algunos aspectos clave del valor personal:
Autoestima: La autoestima es la evaluación subjetiva que una persona hace de sí misma. Una autoestima alta significa que una persona se siente bien consigo misma y confía en sus capacidades. Una autoestima baja puede llevar a sentimientos de inseguridad y duda.
Autoconcepto: Este es el conjunto de creencias que una persona tiene sobre sí misma, incluyendo sus cualidades, habilidades y características. Es una parte integral de cómo una persona se ve a sí misma y su valor.
Autovaloración: La autovaloración es el reconocimiento y la apreciación del propio valor inherente. Es el entendimiento de que una persona tiene un valor intrínseco simplemente por ser quien es, independientemente de sus logros o fracasos.
Autoeficacia: La autoeficacia es la creencia en la capacidad propia para ejecutar acciones necesarias para manejar situaciones específicas. Es un componente crucial del valor personal, ya que influye en cómo una persona enfrenta desafíos y persigue metas.
Autocompasión: La autocompasión implica ser amable y comprensivo con uno mismo, especialmente en momentos de fracaso o sufrimiento. Reconocer la humanidad compartida y evitar la autocrítica excesiva son aspectos importantes de la autocompasión.
Reconocimiento de logros: Valorar y celebrar los propios logros y avances, sin importar cuán pequeños sean, es esencial para construir y mantener un sentido saludable de valor personal.
El valor personal afecta numerosos aspectos de la vida, incluyendo la salud mental, las relaciones interpersonales y la capacidad para alcanzar objetivos. Desarrollar un fuerte sentido de valor personal puede implicar prácticas como la auto-reflexión, el establecimiento de metas realistas, la búsqueda de apoyo social y la práctica de la autocompasión y el autocuidado.
Ahora entramos en el nivel del DESAPEGO, que no tiene nada que ver con la acepción intuitiva que todos tenemos de la palabra. Desapego no es que no tengas cosas materiales o intelectuales, quiere decir que ellas no te poseen a ti. Es hacer las cosas bien, con amor y gratitud y no preocuparnos por el resultado como culpa, solo como aprendizaje.
Las cosas que nos sucedieron son las que tuvieron que ser y no podrían haber sucedido de otra manera. Nuestra única responsabilidad ante Dios para los creyentes, el Universo o como lo queramos llamar, es hacer lo correcto dentro de lo que podemos controlar. Aquí pasamos entonces del “mundo material al espiritual”.
El desapego es un concepto que se refiere a la capacidad de liberarse emocionalmente de los apegos o dependencias hacia personas, cosas, situaciones o resultados. Es una práctica que se encuentra en varias tradiciones espirituales y filosóficas, y que se promueve como una manera de alcanzar un estado de paz y equilibrio interior.
A continuación, se abordan algunos aspectos clave del desapego:
Liberación Emocional:
Se trata de no depender emocionalmente de otras personas, objetos o situaciones.
Permite vivir con más libertad y menos ansiedad.
Aceptación y Fluidez:
Implica aceptar la impermanencia de la vida, entendiendo que todo cambia y nada es permanente.
Promueve una actitud de fluidez, adaptándose a los cambios sin resistencia excesiva.
Reducción del Sufrimiento:
Al no aferrarse a deseos y expectativas rígidas, se reduce el sufrimiento cuando las cosas no salen como se esperaba.
El desapego permite experimentar la vida con menos frustración y decepción.
Mejora de las Relaciones:
Las relaciones pueden mejorar, ya que el desapego fomenta la independencia emocional y el respeto por la autonomía de los demás.
Evita la co-dependencia y la manipulación emocional.
Autoconocimiento y Crecimiento Personal:
Promueve un mayor autoconocimiento y crecimiento personal al enfocarse en el desarrollo interno en lugar de buscar validación externa.
Meditación y Mindfulness:
La práctica de la meditación y el mindfulness puede ayudar a desarrollar una mayor conciencia y aceptación del momento presente, reduciendo la necesidad de aferrarse a las cosas.
Reflexión y Autoconciencia:
Reflexionar sobre los propios apegos y cuestionar la necesidad de los mismos.
Identificar las áreas de la vida donde el apego es más fuerte y trabajar para liberar esos lazos.
Establecer Límites:
Aprender a decir «no» y establecer límites saludables en las relaciones y situaciones.
Vivir en el Presente:
Evitar el exceso de preocupación por el futuro o el arrepentimiento por el pasado, centrándose en el presente.
Practicar la Gratitud:
Apreciar lo que se tiene sin aferrarse a ello. La gratitud ayuda a disfrutar el presente y a soltar las expectativas.
Paz Mental: Al reducir las preocupaciones y ansiedades.
Resiliencia: Mayor capacidad para enfrentar cambios y adversidades.
Autonomía Emocional: Menor dependencia de factores externos para el bienestar.
Mejora en la Calidad de Vida: Relaciones más saludables y una vida más equilibrada.
El desapego no significa indiferencia o desapego emocional total, sino una forma de relacionarse con el mundo de manera más saludable y equilibrada. Es un proceso continuo que requiere práctica y reflexión constante.
En este estado entendemos que aquello que nos pasa es como tuvo que ser y no podría ser de otra forma.
Aceptamos como bueno todo, haciéndonos preguntas tales como «¿Qué puedo aprender de esto?», no pensar en las cosas “malas” que nos sucedan como un castigo del Universo, Dios… El dolor, al entenderlo como parte de ese proceso de aprendizaje, perderá totalmente su fuerza.
En el Budismo se dice que “El dolor en la vida es inevitable, el sufrimiento no”. Cuando aceptemos “haciendo» lo que podemos controlar (no resignándose), La vida pasará a ser maravillosa y llena de oportunidades. Empezamos a entender el verdadero sentido de una vida plena.
La aceptación a nivel espiritual es un concepto profundo y multifacético que implica una comprensión y una integración de diversos aspectos de la vida y del ser, desde una perspectiva más amplia y trascendental.
A continuación, se desglosan algunos aspectos clave de este proceso:
1. Reconocimiento de la Realidad
Aceptar la realidad tal como es, sin resistirse a lo que no se puede cambiar, es un paso fundamental. Esto incluye aceptar las circunstancias de la vida, las experiencias pasadas, las limitaciones personales y las situaciones externas. Es importante reconocer que la resistencia genera sufrimiento, mientras que la aceptación puede llevar a la paz interior.
2. Aceptación de Uno Mismo
Esto incluye aceptar tanto las fortalezas como las debilidades, las virtudes y los defectos. En el ámbito espiritual, se trata de reconocer que somos seres en evolución y que la perfección no es un estado alcanzable, sino un proceso continuo. La autoaceptación fomenta la auto-compasión y el amor propio, que son esenciales para el crecimiento espiritual.
3. Aceptación de los Demás
Reconocer y aceptar a las personas tal como son, sin intentar cambiarlas para que se ajusten a nuestras expectativas, es otro aspecto crucial. La empatía y la compasión hacia los demás, entendiendo que cada persona tiene su propio camino y sus propios desafíos, promueven relaciones más armoniosas y una conexión más profunda con los demás.
4. Aceptación del Propósito y del Camino Espiritual
Aceptar que cada individuo tiene un propósito único y un camino espiritual propio puede aliviar la presión de compararse con los demás. Esto también implica confiar en que el universo o una fuerza superior tiene un plan y que cada experiencia, ya sea buena o mala, tiene un propósito y una lección.
5. Prácticas Espirituales
Para cultivar la aceptación a nivel espiritual, muchas tradiciones recomiendan prácticas como la meditación, la oración, el mindfulness y el yoga. Estas prácticas ayudan a conectar con el momento presente y a desarrollar una mayor conciencia y comprensión de uno mismo y del mundo que nos rodea.
6. Desapego
El desapego no significa indiferencia, sino más bien una liberación de las expectativas y del control sobre los resultados. En el ámbito espiritual, el desapego facilita la aceptación al permitir que las cosas fluyan de manera natural y confiando en que todo se desarrolla como debe ser.
7. Confianza y Fe
Cultivar la fe en algo más grande que uno mismo, ya sea en Dios, el universo, la naturaleza, o el propio camino espiritual, es fundamental para la aceptación espiritual. Esta confianza nos ayuda a soltar el miedo y la ansiedad, y a enfrentar los desafíos con una actitud de aceptación y apertura.
Paz Interior: La aceptación trae consigo una sensación de paz y tranquilidad, al liberar la resistencia y el conflicto interno.
Claridad Mental: Ayuda a tener una visión más clara y objetiva de la vida, permitiendo tomar decisiones más sabias y alineadas con el propósito personal.
Crecimiento Espiritual: Facilita el desarrollo espiritual al permitirnos aprender y crecer a través de todas las experiencias, incluso las difíciles.
Relaciones Saludables: Fomenta relaciones basadas en la comprensión y el respeto mutuo, en lugar de expectativas y juicios.
La aceptación a nivel espiritual es un proceso continuo que requiere práctica y dedicación. No es un estado que se alcanza de una vez, sino una actitud y una forma de vida que se cultiva a lo largo del tiempo.
En este estado, entendemos que cada cual tiene su camino, ya no juzgamos. Eso no implica que no queramos ayudar, todo lo contrario… Aquí nuestra única responsabilidad es hacer las cosas “bien”, de acuerdo a valores éticos y morales.
Eso nos generará un estado de paz y liberación, totalmente opuesto a la resignación. Ya no queremos tener razón y demostrar a los demás lo equivocados que están… Cuando vemos que alguien se equivoca u odia o tiene envidia, no sentimos rechazo y pasamos a ponernos en su posición, por qué se siente así …
Empezamos a sentir la palabra más maravillosa para un ser humano: LA COMPASIÓN. Es que no juzga, que entiende y perdona… Entramos en el próximo nivel: EL “DEL AMOR”
La sabiduría espiritual es un concepto complejo y multifacético que ha sido interpretado de diversas maneras a lo largo de la historia y por diferentes culturas. En general, se refiere a un entendimiento profundo de la naturaleza de la realidad, el significado de la vida y nuestro lugar en el universo. Esta sabiduría se adquiere a través de la experiencia, la reflexión y la conexión con algo más grande que nosotros mismos, ya sea Dios, la naturaleza o nuestro propio ser interior.
Algunos de los elementos clave de la sabiduría espiritual incluyen:
Autoconocimiento: La capacidad de comprenderse a sí mismo, tanto las propias fortalezas como las debilidades, y de aceptar la propia naturaleza imperfecta.
Compasión: La capacidad de sentir y comprender el sufrimiento de los demás, y de actuar para aliviar ese sufrimiento.
Amor: La capacidad de amar incondicionalmente a los demás, sin esperar nada a cambio.
Perdón: La capacidad de perdonar a los demás, incluso a aquellos que nos han hecho daño.
Gratitud: La capacidad de apreciar las cosas buenas de la vida, incluso las pequeñas.
Humildad: La capacidad de reconocer que no somos mejores que nadie más, y que siempre tenemos algo que aprender.
Paz interior: La capacidad de encontrar paz y tranquilidad dentro de nosotros mismos, incluso en medio de la adversidad.
La sabiduría espiritual no se trata de adquirir conocimientos intelectuales, sino de transformar nuestra forma de ser y de vivir. Es un viaje de toda la vida que requiere esfuerzo, dedicación y apertura a nuevas experiencias.
Aquí hay algunos recursos que pueden ser útiles para explorar la sabiduría espiritual:
Libros:
«El poder del ahora» de Eckhart Tolle
«El monje que vendió su Ferrari» de Robin Sharma
«Las siete leyes espirituales del éxito» de Deepak Chopra
Sitios web:
Oneness
Eckhart Tolle
Deepak Chopra
Aplicaciones:
Insight Timer
Headspace
Calm
Es importante recordar que la sabiduría espiritual es un camino personal. No hay una forma correcta o incorrecta de hacerlo, y lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra. Lo más importante es encontrar un camino que resuene contigo y que te ayude a vivir una vida más significativa y plena.
En este estado, el del AMOR, nos convertimos en portadores de bondad. La sabiduría por sé misma es un conocimiento que se perderá. Ahora, al darlo a los demás, nos permitirá entender y no juzgarles.
Jesús, uno de los metafísicos más transcendentes de la humanidad, decía: «que tire la primera piedra el que no tenga culpa».
Entraremos en un estado de “vibración” con el todo, para los creyentes “Dios”; los ateos el “Universo”; para Einstein “La Naturaleza” en su orden perfecto.
Ya somos conscientes de algo que nos engloba a todos.
Entendiendo que solo somos una parte muy pequeña dominada por ambiciones y deseos personales, que son construidas frente al otro. Yo tengo porque ocupo un espacio, yo tengo porque quito… Yo soy según esas etiquetas externas, que en ese mundo material me conforman
El amor espiritual es un concepto que va más allá del amor romántico o fraternal. Se trata de un sentimiento de conexión profunda con algo más grande que nosotros mismos, ya sea con Dios, con la naturaleza, con el universo o con nuestra propia esencia espiritual.
Este tipo de amor se caracteriza por ser:
Incondicional: No depende de nada externo, como las características físicas o las acciones de la otra persona. Se acepta y se ama a la persona tal y como es, sin condiciones.
Ilimitado: No tiene límites ni restricciones. Se expande hacia todo y hacia todos, sin distinción alguna.
Transpersonal: Trasciende el ego individual y nos conecta con algo más grande que nosotros mismos. Nos permite experimentar una unidad con el todo.
El amor espiritual puede manifestarse de diversas maneras, como a través de:
La oración o la meditación: Conectarse con algo más grande que nosotros mismos a través de prácticas espirituales.
La compasión y la bondad: Sentir empatía y compasión por todos los seres vivos y actuar en consecuencia.
El perdón: Liberarnos del rencor y perdonar a los demás, incluso a nosotros mismos.
La gratitud: Apreciar las cosas buenas de la vida y sentir agradecimiento por ellas.
El servicio a los demás: Ayudar a los demás sin esperar nada a cambio.
El amor espiritual puede tener un profundo impacto en nuestras vidas. Puede ayudarnos a:
Sentirnos más felices y realizados: El amor espiritual nos conecta con una fuente de alegría y paz interior que es inagotable.
Desarrollar nuestras relaciones: Nos ayuda a relacionarnos con los demás con más amor, compasión y comprensión.
Superar los desafíos: Nos da la fuerza y la resilencia para enfrentar los momentos difíciles de la vida.
Encontrar nuestro propósito en la vida: Nos conecta con algo más grande que nosotros mismos y nos da un sentido de propósito en la vida.
Si estás interesado en explorar el amor espiritual, hay muchas cosas que puedes hacer:
Lo más importante es abrir tu corazón y estar dispuesto a recibir el amor espiritual en tu vida.
El Amor incondicional sería el estado último y supremo escalón de crecimiento personal. Realmente nunca se está ahí, ya que requiere gran esfuerzo y perdón.
Sería el estado de negación absoluta a uno mismo, o más bien entender que tú no eres tú, eres parte de un todo.
¿Entonces cómo podrías querer hacerte daño a ti mismo?
El amor incondicional es un concepto complejo y multifacético que ha sido explorado por filósofos, psicólogos y líderes religiosos durante siglos.
No existe una definición única de amor incondicional que sea universalmente aceptada, pero generalmente se entiende como un tipo de amor que es:
Aceptación total: Implica aceptar a la persona tal como es, con sus fortalezas y debilidades, defectos y errores. No se basa en expectativas o condiciones, sino en un profundo respeto y aprecio por la individualidad de la persona.
Afecto inquebrantable: Permanece constante incluso en los momentos difíciles o cuando la persona comete errores. No se desvanece con el tiempo, la distancia o las circunstancias adversas.
Desinteresado: No busca nada a cambio, ni siquiera reciprocidad. Se basa en el deseo genuino de la felicidad y el bienestar de la otra persona, sin esperar nada a cambio.
Empático: Comprende y comparte los sentimientos de la otra persona, tanto los positivos como los negativos. Ofrece apoyo emocional y presencia en momentos de necesidad.
Paciente: Es tolerante y comprensivo con las imperfecciones y debilidades de la otra persona. No exige perfección ni cambios, sino que acepta a la persona tal como es.
El amor incondicional a menudo se asocia con el amor que los padres sienten por sus hijos, pero también puede existir en otras relaciones, como entre parejas románticas, amigos y familiares. También puede extenderse a uno mismo, en forma de amor propio y auto aceptación.
Mejora la salud mental y emocional: El amor incondicional puede reducir el estrés, la ansiedad y la depresión, y aumentar la autoestima y la confianza en uno mismo.
Fortalece las relaciones: Crea vínculos más fuertes y duraderos con las demás personas, basadas en la confianza, el respeto y la comprensión mutua.
Promueve el bienestar general: Contribuye a una vida más feliz, plena y satisfactoria.
Practicar la autoaceptación: Aceptarse a uno mismo con todas las imperfecciones y debilidades es el primer paso para poder ofrecer amor incondicional a los demás.
Desarrollar la empatía: Esforzarse por comprender los sentimientos y perspectivas de los demás, incluso cuando son diferentes a los propios.
Ser compasivo: Ofrecer apoyo emocional y presencia a las personas que lo necesitan, sin juzgarlas ni criticarlas.
Perdonar: Dejar ir el resentimiento y la ira hacia los demás, y perdonar sus errores.
Comunicarse de manera efectiva: Expresar los sentimientos y necesidades de manera clara y honesta, y escuchar atentamente a los demás.
Practicar la gratitud: Agradecer las cosas buenas de la vida y las personas que nos rodean.
El amor incondicional es un viaje, no un destino. Requiere esfuerzo, paciencia y compromiso. Sin embargo, los beneficios que aporta a nuestra vida personal y a nuestras relaciones son invaluables.
Una vez que hemos entendido todos los escalones del crecimiento personal, estaremos preparados para vibrar en la frecuencia del Universo, que aunque suene naive, es la frecuencia del “AMOR”.
Aquí todo está bien, ya que te lo parecerá, y como decíamos anteriormente: “SI ALGO TE PARECE QUE ES BUENO, LO ES”. Todo es cuestión de percepción.
Ya estamos preparados para acceder al tercer punto del Método Bénturi. ¡Buen viaje, exploradores!
Sintonizar con la frecuencia del universo es un concepto que se refiere a alinear nuestra energía personal con la vibración natural del cosmos. Esto implica elevar nuestra conciencia, desarrollar un estado mental positivo y adoptar una perspectiva de unidad y conexión con todo lo que existe.
Aquí te presento algunos consejos adicionales para vibrar en la frecuencia del universo:
Rodéate de positividad: Limita tu exposición a la negatividad, como las noticias, las redes sociales o las personas tóxicas. En cambio, rodéate de personas positivas, experiencias inspiradoras y contenido que te eleve el ánimo.
Cuida tu cuerpo: Tu cuerpo es un templo para tu alma. Asegúrate de alimentarte de manera saludable, hacer ejercicio regularmente y dormir lo suficiente. Cuando tu cuerpo está sano, tu energía fluye más libremente.
Libera el estrés: El estrés puede afectar negativamente tu vibración. Practica técnicas de relajación como la respiración profunda, el yoga o la meditación para liberar el estrés y la ansiedad.
Sigue tu intuición: Tu intuición es tu brújula interna que te guía hacia lo que es mejor para ti. Presta atención a tu intuición y síguela, incluso si te lleva en una dirección diferente a la que habías planeado.
Confía en el universo: El universo tiene un plan para ti, incluso si no puedes entenderlo todo. Confía en que todo está sucediendo por una razón y que siempre estás siendo guiado y apoyado.
Vive en el presente:. El único momento en el que realmente puedes vivir es el presente. Enfócate en el aquí y ahora y disfruta de cada momento.
Perdona a los demás y a ti mismo: El perdón libera el resentimiento y la ira, que pueden afectar negativamente tu vibración. Perdona a los demás por sus errores y perdónate a ti mismo por los tuyos.
Ama incondicionalmente: El amor es la vibración más alta del universo. Cuando amas incondicionalmente, te conectas con la fuente de energía infinita del universo.
Recuerda que vibrar en la frecuencia del universo es un viaje, no un destino. No hay prisa, solo disfruta del proceso. A medida que te dediques a estas prácticas, comenzarás a sentirte más conectado con el universo y a experimentar una mayor paz, alegría y plenitud en tu vida.